2015
Como todos los primeros domingos de cada mes, comparto con ustedes un extracto de la columna publicada en el diario argentino Clarín.
En julio de 2002, con motivo de cumplirse los 180 años del encuentro entre Bolívar y San Martín en Guayaquil, los países de Mercosur y los de la Comunidad Andina de Naciones (aún no teníamos UNASUR), convergieron para dar un impulso fuerte a la integración. Y el tema fue uno solo: la llamada Iniciativa de Infraestructura Regional Sudamericana, IIRSA. Francamente, cuando se veía lo avanzado de ciertos estudios, los mapas allí expuestos y la voluntad de financiamiento posible (BID y CAF), todo indicaba que estábamos próximos al despegue. Pero las cosas no se dieron, tal vez porque el escenario político cambió.
No somos una región cualquiera. La América del Sur ocupa una superficie superior a los 17 millones de kms. cuadrados, es la región que más alimentos produce y exporta en el mundo, posee el 27% del agua dulce del planeta, millones de kms. cuadrados de bosques, reservas de hidrocarburos a cien años y acceso a esos dos grandes océanos que bañan sus costas. Porque eso somos, esos corredores nos convocan a un descubrimiento de nuestra vida interior y desde ella salir con vitalidad al mundo: tanto hacia el Pacífico como al Atlántico. Es cierto que el futuro parece indicar que el sol del crecimiento saldrá por el Asia, pero frente al Atlántico, además de Europa, está gestándose un futuro africano que apenas empezamos a evaluar.
En una reciente conversación con el presidente paraguayo Horacio Cartes le resalté la importancia de ese corredor que, viniendo desde Brasil, podría atravesar el Mato Grosso Sur sobre puerto Murtinho, avanzar hacia Paraguay y a través de 500 kms, aproximadamente, llegar a Salta en Argentina y desde allí al Paso de Jama, para culminar en Antofagasta e Iquique. Hay la posibilidad de un financiamiento expedito para ello porque Brasil tiene que pavimentar hasta la frontera de lo que ya tiene, Argentina, desde la época de Néstor Kirchner, ya tiene casi todo pavimentado y Chile podría hacer esa tarea con sus recursos propios. Al hacerlo así, con recursos propios, ellos serían los fondos de contrapartida para que el crédito de CAF o del BID fuera enteramente a Paraguay.
Ahora este despertar de los vínculos Atlántico-Pacífico en nuestro continente logra un símbolo mayor cuando los líderes de las dos economías más grandes del continente, Brasil y México, tienen un encuentro que marca historia.
¿Estaremos entrando en una fase de integración más realista, mirando a las condiciones que el mundo presenta? Los años que vienen no son fáciles, reclaman a nuestra región eficiencia y decisiones con visión de futuro. La cuestión es ponerse a trabajar en serio si apostamos a tener mayor peso en el mundo para que este nos escuche.
Dejar un comentario