La ejecución del Plan de Acceso Universal de Garantías Explícitas en 2005, más conocido como el plan AUGE, implicó, en primera instancia, ampliar el concepto de salud desde derecho hacia también una garantía. Es decir, a través del AUGE, el Estado garantiza el acceso a la salud en, al día de hoy, 80 patologías que representan el 70% de las atenciones hospitalarias del país.
El AUGE garantiza la atención oportuna y de calidad y, si el paciente no puede pagar, un copago financiero por parte del Estado. De esta manera, se hace más eficaz el tratamiento médico y se expande la sobrevida de las personas.
A medida que el país avanza, la medicina preventiva se posiciona como el gran desafío que la salud pública tiene por delante. Al momento de enfermarse la garantía de ser atendido está, sin embargo, el ideal sería no llegar a ser paciente, sino que, a través del diagnóstico en etapas tempranas poder, o evitar la enfermedad o bien aumentar la sobrevida.
La existencia de las listas de espera y el colapso del servicio en algunas áreas es porque, justamente, la medicina preventiva no ha funcionado, a lo que se le suma el aumento de la población de adultos mayores, ya cercana a los tres millones. Si cada vez son más los adultos mayores, la esperanza de vida ya sobrepasó los 80 años y se estima que en 15 años estaremos cercanos a los 90 años, hay que diseñar medidas para enfrentar los 25 años que quedan luego que una persona se jubila.
Una de las formas más efectivas de prevención es la realización anual del Examen Preventivo de Salud por Adulto (EMPA), que debería comenzar a efectuarse a los 20 años e idealmente en los lugares de trabajo. Esto nos haría responsable del cuidado de nuestra salud y aportaría información fundamental a nuestros historiales médicos para no llegar tarde.
Asimismo, el AUGE debe sostener una coordinación eficiente entre la atención de pacientes en su domicilio, la conectividad con los servicios de atención primaria y la capacidad resolutiva. Al momento de su implementación El AUGE destinaba un 12% del presupuesto de salud a la atención primaria, con el objetivo de llegar al 50% en el mediano plazo. Como eje fundamental del Plan, la atención primaria es lo que garantiza no entrar a los hospitales por la urgencia y, si un paciente lo hace, es porque el sistema de atención primaria fracasó.
En diálisis, por ejemplo, el Estado gasta 180 mil millones al año, lo que equivalente a la deuda total de los hospitales de Chile. Si hubiera una detección precoz, el 90% de estos pacientes no estaría en diálisis sino tomando pastillas, que son mucho más baratas y menos invasivas.
Las nuevas tecnologías son fundamentales para cambiar la forma de entender la salud y transformar a la medicina preventiva en una práctica habitual y funcional en el sistema. Por ejemplo, un paciente diabético podría pincharse todos los días, enviar sus resultados por mail al encargado de su salud en su consultorio. Desde ahí el médico a cargo enviaría la orden de medicamentos que necesita el paciente directamente a la farmacia, la que, a su vez, se los mandaría a su casa. Todo el mismo día, todo a cargo del Estado.
También es fundamental repensar los hospitales y los servicios que otorgan. En Chile ya se están incorporando equipamientos de robótica para realizar atención a la distancia, sin la necesidad de que el médico esté presencialmente en la operación.
Debemos plantearnos cómo volvemos a ser pioneros en mirar la nueva esperanza de vida y enfrentar sus desafíos, entendiéndola como una oportunidad, en donde la medicina preventiva permitiría evitar las enfermedades crónicas, optimizar los recursos y acompañar de manera adecuada los años dorados.
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