El debate que ha surgido respecto de las AFP creo que ha sido útil para Chile. Las dificultades para modernizar este sistema estuvieron determinadas durante mucho tiempo por la necesidad de quórums especiales, mientras el derecho a veto era ejercido con una extraordinaria facilidad cada vez que se planteaba una reforma legal.
Las AFP se preocupan más de las utilidades de sus dueños que de las pensiones de sus afiliados, alcanzando cifras récord de entre 22% y 35% de utilidades sobre el capital, lo que ha impulsado que surjan propuestas de reformas tanto por parte del gobierno, como de la sociedad civil a través de masivas marchas lideradas por la organización No Más AFP.
Participando del debate, nuestra primera propuesta consiste en aumentar las cotizaciones en un 5% con cargo al empleador para constituir una entidad autónoma estatal que administre los ahorros de todos los chilenos, sin que ninguna nueva cotización vaya a las AFP. Es decir, que las AFP no reciban ni un peso más.
Hay también que distinguir los cálculos actuariales respecto de los distintos estratos sociales. Actualmente las pensiones se calculan por cada año sobre los sesenta del promedio de la esperanza de vida de los chilenos. Sin embargo, la esperanza de vida de la población perteneciente a los niveles socioeconómicos más bajos es lamentablemente menor a la de los grupos sociales con mayores ingresos. En consecuencia, aplicar un mismo cálculo actuarial para determinar las pensiones favorece a los más ricos, que son los que viven más, y perjudica a los más pobres que viven menos y quienes, al mediano plazo, terminan subvencionando a los más ricos. Al cambiar el cálculo actuarial de acuerdo al grupo socioeconómico se logrará una distribución de las pensiones más justa y equitativa.
Las utilidades extraordinarias que tienen las AFP desde un 22% hasta un 35% del capital es consecuencia de que la mayoría de ellas cobran una comisión de entre 1.2% y 1.5% de la cotización, tomando en cuenta que hay unas minoritarias que cobran el 0,6%. Este elevado costo por administrar el dinero de los trabajadores es responsable de, a lo menos, el 40% de las utilidades que se llevan los dueños de estas empresas. A este cobro excesivo se suma otro más cuando las AFP compran instrumentos financieros en el exterior como fondos mutuos u otros y le traspasan a sus afiliados el costo de administración adicional por invertir sus ahorros en el extranjero, sin absorber ellos esta gestión con el 1.5% de comisión que ya cobran. Esta práctica, si bien hoy es legal, no es correcta y también explica su rentabilidad excesiva sobre el 22% anual y muy, pero muy lejos de las rentabilidades que reciben los ahorrantes.
Como referencia internacional, la administradora pública de pensiones sueca encargada de administrar la cotización de los trabajadores cobra un 0,15%, de comisión, al mismo tiempo que hay una pequeña parte de la cotización que es administrada por entidades privadas las cuales cobran sólo el 0,40% como gastos de operación. Un sistema mixto controlado por el Estado que señala un camino evidente para aumentar las pensiones.
Un tercer punto no menos importante es definir cambios regulatorios que compensen las lagunas previsionales de las mujeres, mejorando sus condiciones de empleo para que aumenten sus remuneraciones y evitando los vacíos previsionales.
Aumentar las pensiones es un desafío que debemos asumir entre todos y para lograrlo se debe crear un administrador público de pensiones que opere con criterios distintos a las AFP, con bajos costos de comisión y que, de manera eficiente y transparente, combine el máximo de justicia con las realidades demográficas del país.
Estas son ideas de un debate que recién comienza y la invitación es a participar de él. La única manera de lograr una reforma profunda en el sistema de pensiones es que todos los actores involucrados participen del diálogo y busquen alcanzar un acuerdo amplio. Sólo así aseguraremos que los trabajadores y trabajadoras de Chile tengan un sistema de pensiones solidario y justo que reconozca el trabajo de toda una vida.
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