17May
2018
Escrito a las 7:31 pm

big-dataHoy celebramos una tecnología, un medio de comunicación, una forma de vida que ha transformado el mundo más rápidamente que ningún otro invento. En menos de 30 años Internet se multiplicó por el mundo para crear una red de dispositivos conectados que permitieron que el acceso a la información fuera inmediato e infinito, cambiando para siempre las relaciones sociales, políticas y económicas. Es una ola que aún no termina de caer e impulsa una nueva era.

En estos últimos dos años se han generado más datos que en toda la historia de la humanidad. De hecho se dice que si todos los bits y bytes de datos del último año fueran guardados en CD’s, se generaría una gran torre desde la Tierra hasta la Luna y de regreso. Hoy casi todo lo que hacemos deja una huella: nuestros desplazamientos y ubicaciones, un comentario en una red social, una búsqueda de hotel, un pago con tarjeta de crédito o una llamada por Skype.

La utilización que se le da a esta información es múltiple y suele responder a fines comerciales y de empresas privadas que buscan, a través del marketing digital, enviar un mensaje personalizado de acuerdo a los gustos y búsquedas de los usuarios. Sin embargo, estos últimos años ha irrumpido con fuerza el uso no autorizado de los datos y, lo que es peor, la manipulación de esta información para que en ciertas operaciones masivas como elecciones presidenciales, se genere un resultado determinado. Este fue el caso de lo que sucedió cuando la consultora inglesa Cambridge Analytics, que valiéndose de los datos de millones de usuarios de Facebook, les hizo ver a los usuarios de esa misma red social hechos y conceptos como si fueran la realidad, transmitiendo noticias falsas desde plataformas creadas especialmente para ello.

Las instituciones que deberían reglamentar y velar por el correcto funcionamiento de Internet y sus alcances suelen estar un paso más atrás porque las nuevas tecnologías son como un ave en constante movimiento que día a día cambian sus parámetros y proyecciones.

Por esto mismo, los ciudadanos y usuarios debemos ser conscientes y responsables de los datos que entregamos y que recibimos. Es decir, no existe un “servicio gratuito”. Google Maps, por dar un ejemplo, a cambio de que se pueda usar gratuitamente, pide que se le entregue la información de la ubicación. Es nuestra obligación informarnos de los costos reales al hacer uso de aplicaciones o dispositivos digitales y exigir nuestro derecho a la privacidad y control de datos.

Asimismo debemos ser activos en comprobar la veracidad de las informaciones que vemos y compartimos. Preguntarnos quién es la fuente del dato, qué intenciones hay detrás de ella o qué es lo que estoy viralizando. En este sentido ya existen algunas plataformas que ayudan al usuario a discernir. En México por ejemplo, surgió una propuesta llamada Verificado 2018 en el que cerca de 60 medios de comunicación, más miles de personas anónimas colaboran en la revisión de noticias e información que circula en el marco de las elecciones para presidente del próximo 1 de julio.

El potencial de Internet para mejorar la vida de los ciudadanos es tan grande como la red misma y así como la empresa privada utiliza los datos que dejamos en las redes para fines comerciales, estos también podrían utilizarse por instituciones políticas o sociales para comprender mejor ciertas tendencias demográficas, la propagación de algunas enfermedades o mejorar el tránsito en las ciudades.

Esta nueva sociedad digital plantea desafíos que deben ser abordados de manera integral. Se debe encontrar un punto de equilibrio sostenible que garantice los derechos a la privacidad y uso de datos de los usuarios y que al mismo tiempo impulse la innovación tecnológica, propiciando un contexto de convivencia social que inspire un progreso comprometido con el ser humano.

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