Noviembre 13, 2019
La crisis por la que atraviesa Chile es grave; gravísima. Su prolongación durante 27 días nos dice que el tiempo se agota. Tenemos que dar respuestas concretas. La violación de los derechos humanos es inaceptable como lo es también la gran violencia de estos días. Así no se construye un país. Es necesario salir pronto de la actual situación, recuperar una convivencia serena y pacífica que permita responder a las justas demandas sociales que han desatado esta crisis. Buscar un cauce para que las demandas planteadas encuentren respuestas y que se recupere la confianza por parte de la sociedad en sus instituciones. De eso se trata: de crear una sociedad que le dé dignidad a cada uno de sus hijos e hijas.
Ello requiere tomar conciencia por parte de las más altas autoridades. En primer lugar, el Presidente de la República debe reconocer que estamos ante una crisis de Estado en su conjunto. Digámoslo derechamente, hay una crisis en el Estado de Chile, en sus instituciones y, por lo tanto, son las instituciones del Estado las que conjuntamente deben resolverlas.
Para superar la actual situación se requiere dejar de lado todos los protagonismos, cualquiera que sea y todo cálculo pequeño en la acción política. Es necesario escuchar, consultar, dialogar y procesar ideas que sean la base de un entendimiento nacional, diseñando por muchas y diversas voces entre las que deben estar distintas organizaciones y movimientos sociales. De manera tal que ellas sean la base de un cambio propicio y pacífico, democrático y abierto, que no ponga en peligro nuestra
continuidad institucional. Para ello se requiere austeridad en la palabra y audacia para abrir las compuertas a una real participación ciudadana.
Generar una nueva constitución se ha transformado, con demasiada tardanza, en una necesidad urgente. ¿Cuántos años se exigió cambiarla radicalmente? Tiene que ser una constitución nueva, que tenga un peso real y simbólico, la que envuelva las transformaciones enunciadas y logre un país más justo, que avance hacia una democracia capaz de combinar la libertad con la igualdad y una prosperidad extendida. Los hijos e hijas de esta tierra deben valer por lo que son y no por lo que tienen. “Dignidad” es la palabra que está detrás de esta crisis de las instituciones del Estado. Por ello, debe establecerse desde abajo hacia arriba, debe nutrirse de la experiencia institucional y del conocimiento acumulado.
Quien dirige el país debe ser el receptor de este impulso y los demás poderes e instituciones, serán los colaboradores que contribuyen a desarrollar este proceso. Para ello me parece indispensable que los poderes del Estado, en una situación excepcional como esta y de una manera, también excepcional, trabajen unidos en un propósito común. Tanto las instituciones del Poder Ejecutivo encabezado por su Presidente, del Poder Legislativo por las autoridades del mismo y el Poder Judicial por la Corte Suprema y las demás instituciones del ámbito de los tribunales, deben reunirse en conjunto para evaluar los distintos campos de acción. Es allí donde se pueden comenzar a abrir las deliberaciones con la sociedad y en donde estos tres poderes le piden a entidades representativas de la sociedad chilena, tales como la Red de Organizaciones de la Sociedad Civil, representantes sindicales, laborales y empresariales y de nivel comunal que a través de los municipios, ayuden en las tareas a realizar. Este es el desafío que tenemos por delante, porque son las instituciones del Estado las que tienen que dar las respuestas escuchando a la ciudadanía.
Estas son mis convicciones y esa es la opinión que le he dado al Presidente Piñera en una conversación privada que se ha hecho pública. Creo que es el deber de quien ocupó en el pasado la Presidencia de la República, estar disponible cada vez que es llamado por aquel que está hoy en día. Esa ha sido mi norma y cada vez que la Presidenta Bachelet o el Presidente Piñera han solicitado mi opinión, se las he entregado como me nace del alma, por el bien de Chile.
Pero, con esa misma fuerza digo que tenemos que ser capaces de dar respuesta al tema de hoy. Lo que dijo anoche el Presidente de la República va en el camino correcto. Tenemos que construir la paz para ser capaces de enfrentar la violencia, la justicia social, las desigualdades y recuperar y poner a la dignidad del ser humano en el centro de nuestras preocupaciones. Ese nuevo pacto que tiene que emerger, debe cubrir las tremendas insatisfacciones de la sociedad chilena. Hagámoslo con el desinterés de los que queremos lograr acuerdos, entendiendo que muchas veces no serán satisfechas la totalidad de las aspiraciones de cada uno.
Finalmente, digamos también que, para promulgar una nueva constitución tenemos que atrevernos a dar los pasos indispensables para ello. Y eso significa, ponernos manos a la obra. Estamos a tiempo para cambiar la forma de hacer las cosas, que evite la prolongación de este desencuentro entre los chilenos.
Escuchando a los ciudadanos de todo el país con respeto y mentes abiertas,
construiremos una sociedad en la que todos nos sintamos representados y seamos iguales en dignidad.
RICARDO LAGOS
Presidente de Chile 2000-2006
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