Tras las elecciones parlamentarias del domingo 6 de diciembre en Venezuela, quisiera comenzar por felicitar al pueblo venezolano. La participación del 74% de los ciudadanos en el proceso eleccionario habla de la legitimidad de los valores democráticos y la madurez cívica de los venezolanos. Asimismo, la rápida actitud del Presidente Nicolás Maduro en reconocer la derrota fortalece la construcción democrática del país.
El gran triunfo obtenido por la Mesa de Unidad Democrática (MUD) con 112 escaños en el Parlamento demostró que la unidad de la oposición en torno a los valores democráticos, que durante tanto tiempo fue muy esquiva, pudo obtener un consenso y ganar las elecciones.
Ahora el MUD también será responsable de cómo pensar el futuro de Venezuela. Con las dos terceras partes de la Asamblea Nacional tiene una legitimidad muy mayoritaria de la ciudadanía. Su gran desafío a futuro es diseñar un trazado sobre cómo restablecer los equilibrios macroeconómicos básicos y, al mismo tiempo, aceptar y mantener las conquistas sociales de los gobiernos de Chávez y Maduro. Es una ecuación a largo plazo, que no será fácil y para la que tendrán que mantener la unidad.
Entre las tareas urgentes se encuentran exigir la libertad de los presos políticos y, en consecuencia, la necesidad de un entendimiento cívico entre gobierno y oposición, ya sea a través de una ley o de un acuerdo anticipado como parte de un gesto del Presidente Maduro hacia ellos.
Con la mayoría calificada en la Asamblea Nacional, la oposición podría caer en la tentación de querer hacer lo que quiera cuando asuma en el parlamento. En este contexto se debe lograr un entendimiento para que las reformas económicas y políticas no cercenen y sean compatibles con los avances sociales alcanzados.
Por eso, pensando en el pueblo venezolano que se manifestó democráticamente, debe existir un entendimiento entre el gobierno y la oposición y así, construir en conjunto y con acuerdos, el futuro de Venezuela.
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