09Nov
2016
Escrito a las 6:08 pm

 

Donald Trump ha sido elegido Presidente de los Estados Unidos en un proceso democrático, si bien de gran polarización. La legitimidad de su triunfo no está en duda y merece nuestro respeto. Su triunfo sin embargo no es una buena noticia para el mundo. No se trata de la elección de un conservador. Se trata que a cargo de la primera potencia mundial económica, militar, científica y tecnológica, presidiendo la democracia moderna más antigua del mundo estará una persona que ha llevado adelante una campaña que se ha saltado las reglas. Que ha hecho de la expulsión del migrante un objetivo de su política. Que propone recobrar una preeminencia dura en el mundo para los Estados Unidos y que plantea volver a un proteccionismo musculoso. Se trata de alguien que ha planteado un claro irrespeto a la mujer y además a toda la legislación internacional comenzando por el de Naciones Unidas. No es una buena noticia que predomine la fuerza y no las reglas acordadas entre todos los países civilizados.

Para un país como Chile si este discurso se transforma en práctica internacional es algo grave. Significa un golpe grande hacia los valores en base a los cuales hemos construido nuestra convivencia democrática y hemos sido capaces de insertarnos en el mundo. La incertidumbre que se abre para nuestro país y para nuestra región, América Latina y el Caribe, va mucho más allá que el debate interno de nuestras legítimas diferencias. Hoy tenemos que reafirmar nuestros valores centrales, enfrentar unidos la exigencia del respeto a las reglas, el combate al proteccionismo que lleva al estancamiento a los países emergentes como el nuestro, el respeto al conjunto de los ciudadanos, también a los que emigran, el valor a las instituciones democráticas, su reforzamiento y el compromiso para que recobren el aprecio ciudadano.

Frente a un mundo tan riesgoso no podemos ser un país polarizado y dividido. Que piensa que sus conflictos internos no tienen límites ni fronteras. Debemos reaccionar hoy unidos en torno a lo que ha sido siempre nuestra política exterior. Asegurar el cumplimiento de las reglas internacionales, reforzar el rol de los organismos internacionales, impedir las trabas al comercio internacional que impulsa nuestro desarrollo. Exigir el libre tránsito de las personas, el respeto de todos aquellos seres humanos que forman la base de un mundo civilizado.

Chile debe jugar un rol activo en Latinoamérica para presentar un frente unido, pero cohesionado en torno a estos valores comunes conservando una mirada común, firme y prudente, manteniendo las relaciones con Estados Unidos en el buen nivel del respeto recíproco que ha existido siempre. Ya lo hemos hecho en el pasado, pero hoy puede requerir un esfuerzo mayor y persistente.

Con esta elección de Trump Presidente de Estados Unidos emerge una nueva época. Habrá un mundo más incierto y por ello se necesitará una política exterior sólida para enfrentar las turbulencias que por desgracia llegarán. De ahí la necesidad que nosotros chilenos todos podamos concordar las políticas gruesas que guíen a Chile en los próximos años. Es sin duda un cambio grande. Sin embargo, lo sucedido hoy en Estados Unidos como fueron ayer el atentado a las Torres Gemelas o la invasión a Irak, no fueron hechos que pasaron lejos. Afectaron al mundo, a nuestra región, a nuestro país, a nuestras vidas. Frente a hechos como estos que abren un futuro impredecible es necesario un gran acuerdo nacional de nuestros valores democráticos en torno a nuestros intereses como país y a partir de ello, jugar un rol que América Latina espera de nosotros, por nuestra historia, por nuestras convicciones, por nuestra orgullosa y serena autonomía.

Santiago, 9 de noviembre 2016

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