Las campanas de una nueva era sonaron estrepitosamente en Lota, cuando, una ciudad que se había definido por la extracción del carbón y su carácter minero, debió modificar su fuente de trabajo y transformar profundamente su identidad para poder sobrevivir a un cambio siglo que se iniciaba con un nuevo paradigma. En ese contexto confuso y, por qué no decirlo, algo pesimista, apoyamos un programa del Banco del Estado que capacitó a 60 personas (en su mayoría mujeres) para ocupar nuevos puestos de trabajo en un centro de contacto que las comunicaría con Chile y América Latina.
El fin de la era de producción del carbón fue una oportunidad para dinamizar la realidad laboral de la ciudad y transformar a sus ciudadanos en activos protagonistas de la revolución de las nuevas tecnologías.
Hace unas semanas me pidieron que mandara un saludo al Centro de contacto de Lota que cumplía 18 años. Recuerdo con mucha claridad ese día de diciembre de 2001, cuando inauguramos el primer Centro de llamadas (así le decíamos en ese tiempo) en Lota, una ciudad que se estaba transformando luego del cierre definitivo de la mina de carbón en 1997.
En Chile nos podemos preparar para formar parte de la era digital. Sumarnos a la tecnología 3D, el Big Data que ordena los grandes números y la información o el Internet de las cosas nos permiten, desde cualquier rincón del mundo, formar parte de la globalización y ser parte activa de esta nueva economía; de esta nueva sociedad; de este nuevo mundo.
Si hace 18 años atrás me hubieran dicho que iban haber mil puestos de trabajo a partir de lo que estábamos inaugurando no me hubiera parecido posible. Son este tipo de ejemplos los que nos llevan a repensar muchas de las respuestas que eran válidas en el siglo pasado pero que hoy ya no lo son. Si bien aún queda un largo camino por recorrer, este Centro de contacto refleja cómo ampliar la mirada a mediano plazo nos abre espacios que permiten ser parte activa de los cambios y beneficios que trae este siglo XXI.
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